Recordando a un gran amigo

Hoy que se dé la muerte de Balbin, aquel periodista de la transición que no brindo y deleito con inolvidables  programas de tanta audiencia como fue  "la clave" en una tele que aún no tenía colores  y que nació allá por loa años que tenemos los de su quinta, aprovecharé y recordaré a mi gran amigo que fue, y que se llamaba Pedro.

Antes de proseguir con estos folios con los que me voy reencontrando, desearía enviarle, aunque sea en el ciberespacio del infinito Internet, un inolvidable recuerdo a Pedro, mi primer gran amigo por el que conocí trucos de caza, y rincones de mi pueblo, que si su compañía nunca hubiera conocido.

No he vuelto a saber nada de él, y aunque hubiera querido localizarlo, pocos datos, salvo su nombre y los detalles de su familia, conozco. Aunque estoy seguro de que si no ha fallecido, sigue allí, porque eran de aquellos que nunca se irían de su sitio de nacimiento. Su apego a aquel espacio reseco de su entorno, a aquella gran explanada de Rostro gordo del que fue vecino toda su vida, era muy grande, pues solo esperaba a ser mayor de edad para ingresar en la Legión y seguir la línea militar de su familia.  

Pedro era como creo que éramos los dos, que por nuestras circunstancias familiares, niños tristes y solitarios que no gozaban de a la alegría y juegos de los demás niños. Por eso pienso que nos hicimos tan amigos, y nos divertíamos con aventuras que a otros niños, su familia nunca les hubieran dejado, nosotros, sin embargo, íbamos por libre y a nuestro aire, y sin nadie que nos pusiera normas.

Por eso, vaya para este gran amigo mío que fue Pedro, un recuerdo entrañable, porque seguro que nos volveremos a ver por las explanadas del gran manitu cazando y persiguiendo ardillas.