Lo peor de las decepciones...

Lo peor de las decepciones no es lo mal que lo pues llegar a pasar, o ese nudo que se te pone en el estómago, sino lo difícil que resulta volver a confiar.

Y es que hay personas que llegan a tu vida y después de un tiempo acaban atropellándote, así, sin más. Pasan como ese tren a toda velocidad que así no le da tiempo a mirar a su alrededor, y tiran por la borda que había. Y pasa, y de un día para otro ya nada es lo mismo.

Lo triste es que a veces incluso te lo esperas, porque te das cuenta que las cosas no son como antes, que hay quien dejó de dar hace tiempo y pasas a ser un segundo plano. Y entonces te paras un segundo a pensar, porque está claro que hay que ser buena, pero también hay que saber diferenciarlo de ser tonta. Eso es lo más importante.

Ese día me di cuenta que a base de decepciones me he vuelto más desconfiada, y que en parte tengo que agradecerlo porque me ayuda a no esperar nada de nadie, y así llevarme sorpresas, que de desilusiones ya estoy servida.




Ruth.

Me quedo con esto :

" Ese día me di cuenta que a base de decepciones me he vuelto más desconfiada, y que en parte tengo que agradecerlo porque me ayuda a no esperar nada de nadie,"

Es como mi filosofía de vida.

Pero yo le sumo que hay que estar con los ojos abiertos.
Caras vemos, corazones no sabemos.

En el mundo hay envidia y gente mala.

Dicen que cuando alguien pasa por tu vida para no volver, es que nunca fue tuyo.
Pienso que esas decepciones no deberían ser más que con nosotros mismos por nuestras malas elecciones. Quien vino, pasó y se olvidó es que nunca estuvo.

Es lógico que todo eso nos cause desconfianza, pero deberíamos enforcarnos en desconfiar de nosotros mismos; no supimos "ver", no supimos elegir, no supimos conocer y nos lanzamos a tumba abierta con quien no debíamos.

Si todo eso nos hace aprender no debería haber sido una experiencia dolorosa, que lo es, si no un paso para enriquecer nuestra experiencia y no volver a tropezar en la misma piedra.

Es un mecanismo de defensa normal el ponerse a la defensiva (que es lo que yo identifico como esa desconfianza de la que habla Ruth) después de sufrir una decepción.

La decepción es un proceso interno y personal que dependerá de cada individuo pero como común denominador, yo creo que sucede cuando uno no se relaciona con las personas tal y como son de forma real y objetiva, sino tal y como uno cree que son o tal y como quiere que sean. Entonces, en mi opinión, uno se decepciona cuando pone el listón muy alto e inalcanzable; es más un tema de expectativas irreales e inalcanzables que de realidad objetiva.

Por eso coincido con Zampabol en que uno es el que libremente decide en quién y en qué coloca sus expectativas y uno mismo es el que decide qué tan altas o bajas quiere colocarlas y por eso uno es el dueño de esa decisión y deberá asumir el precio, como proceso de aprendizaje. Yo siempre digo que no ofende el que quiere sino el que puede y algo similar ocurre con la decepción; no me decepciona la gente, me decepciona el contraste entre lo que una persona en realidad es y lo que yo creía o esperaba que fuera.