Ni una cosa ni otra...

Sr. Zampabol, le voy a responder y me temo que será respuesta larga, pero merece la pena explicarle.

Para que conozca un poco de mí, le diré que respeto todas las ideas, por muy opuestas a las mías que lo sean, si no van preñadas de violencia, insultos y malos modos. Entiendo, y seguramente usted también, que las cosas las vemos de acuerdo con nuestros sentimientos, deseos, anhelos y experiencia vivida. Nada que oponer a que sobre un mismo tema pensemos diferente.

Le pondré un ejemplo simplísimo, pero que refuerza mi idea. Soy aficionado a la pesca deportiva, poseo una pequeña embarcación, y también me gusta pescar desde la orilla con caña lanzadora. Cuando visito un mercado, preferentemente la zona del pescado, y veo una hermosa dorada, o una lubina, o cualquier otro pez grande, como pescador pienso en el placer y trabajo de sacarlo del mar, la lucha que te presenta, pues si usted desconoce la pesca, sepa que todo pez en su territorio se agranda y la fuerza para no ser sacado de su ambiente la multiplica. Pero ese mismo pez, visto por una ama de casa, igual pensará en cómo cocinarlo y cómo distribuirlo entre su familia, y si quien lo ve es un cocinero profesional, puede que piense también en él como negocio, calculado el precio de compra y lo que obtendrá en la carta de su restaurante. Si quien lo ve es un fotógrafo, pensará en la buena foto que pudiera haber hecho mientras se sacaba del mar, y si fuera un pintor, igual en su mente imagina un bodegón con el pez como protagonista. En definitiva, que una misma cosa, una misma circunstancia, y hasta una misma historia, puede verse de diferentes maneras.

Dicho lo anterior paso a lo siguiente.

Tras una guerra, y más una in-civil como la pasada española, quedan odios difíciles de olvidar. Esto no va conmigo, pese a haber padecido por la misma y por nacer en una ciudad declarada por los vencedores como “traidora” pues en ella se ajustició, y digo bien ajustició, al líder de Falange Española José Antonio Primo de Rivera, ya que tuvo un juicio reglamentario, donde él mismo, como abogado, pudo defenderse.

Sr. Zampabol, desconozco su edad y su lugar de nacimiento, que esto también influye. Para que se haga una idea, no voy a comentar los crímenes de una parte y otra antes y durante la contienda bélica, pues en todas partes los hubieron, pero sí le diré que el vencedor cometió muchas injusticias tras vencer: juicios sumarísimos con fusilamientos, ocupación de todos los servicios del Estado por gentes de su ideología ya en ayuntamientos, sindicatos, notarías, prensa escrita o radiada, colegios, universidades..., o premiar económicamente a los impedidos o heridos por la guerra de su bando, cuando la gente que era llamada a filas, en una parte y otra, lo hacían por obligación; concesión a viudas del bando ganador de oficinas de tabacos, loterías, quinielas… ocupación de todas las licencias de taxis… en definitiva adueñarse de todo e imponer sus criterios hasta en la enseñanza escolar.

Hay una cosa también importante. Mucha gente, por diversos motivos, ante la llegada de las tropas franquistas, ayudadas por los nazis alemanes y los fascista italianos, así como paramilitares moros, y conociendo cómo actuaban en donde llegaban, huyeron de España, unos hacia Europa, preferentemente Francia, o hacia el Sur: Argelia, o Argentina y otros países de Sudamérica. Esto dejaba muchas tierras, fincas, viviendas, sin moradores, aprovechándose los vencedores para inmatricularlos a su nombre, con la ayuda de los registradores y notarios impuestos tras quitar de sus puestos a los existentes.

En la humilde barriada donde yo nací, en aquella época consistía en casas de planta baja la mayoría, y algunas, y de eso tengo constancia, no estando sus moradores y dueños, se inmatricularon a nombre de falangistas llegados desde Castilla, que nunca habían estado en estas tierras. Esas pequeñas viviendas, ya a sus nombres, con el tiempo y llegado el boom turístico, se convirtieron en viviendas de gran altura, o sea, que algunos ganaron una fortuna.

Y aunque podría decirle muchas más cosas de los negocios del vencedor, y aunque yo ya le digo que, perjudicado, soy de la idea de olvidarlo todo, ¿acaso descendientes de aquellos injustos hoy viven bien con esas ganancias obtenidas bajo la rapiña de sus progenitores? Y los descendientes de sus verdaderos dueños, que igual viven de manera precaria ¿han de dar por bueno esta situación de robo y rapiña? El tema, señor Zampabol, es muy delicado. Que yo crea que se debe olvidar, no me da ningún derecho a pedir, y menos “exigir”, que otros piensen igual. Quizás no se ha obrado bien, y cuando se siembran vientos, no nos extrañemos que lleguen vendavales.

Para terminar, olvidar que te has beneficiado de manera injusta, es fácil; olvidar que te han robado y viven de tus antiguos bienes, es más difícil de olvidar. Medite un poco sobre ello y haga un esfuerzo en colocarse en una parte y otra, verá la gran diferencia que hay para llegar al mismo fin.

Discúlpeme lo largo de mi escrito, pero creo que usted lo merecía con todo mi respeto.

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