Limpiar antes de morir

Ayer, un familiar que ha vivido en Suecia, me hablaba del döstädning (death cleaning que dirían los yanquis). Se trata de una costumbre típica sueca que consiste en que, llegados a una cierta edad, debemos limpiar nuestra casa para no dejarles demasiados trastos inútiles a nuestros herederos. Si además se realiza junto a un hijo o un nieto, puede servir para ir relatándole anécdotas de esos objetos, que de alguna manera forman parte de la historia familiar.

Nunca se me había pasado por la cabeza, pero es cierto que hace unos años participé en la limpieza de la casa de un tío soltero que había fallecido y al final tiramos prácticamente todo a la basura. Y seguramente despreciamos objetos con gran valor sentimental, pero cómo distinguirlos de tanta porquería acumulada, porque mi tío tenía cierto síndrome de Diógenes y no tiraba ni los periódicos viejos.

El caso es que me parece una idea sensata, pero cómo se la planteo a mi madre, que es de las que tampoco tiran nada. Probablemente lo interpretaría mal. Creo que el tabú de la muerte nos impide hablar de este tipo de cosas.

Puedes decirle que estás buscando algo que perdiste de vista siendo niño y algo que has visto hace poco te ha hecho recordarlo. Una vez que empecéis a buscar puedes irle preguntando si merece la pena guardar tantas cosas, no sé

Ya se lo he dicho varias veces, pero ella contesta que para tirar cosas siempre hay tiempo.
Yo creo que en España, la mayoría damos por hecho que la limpieza le corresponde a los herederos porque no somos tan previsores como los suecos.

Yo soy de los que acumulan todo, creo que le dejaré a mis herederos la tarea de tirar lo que nos sirva.

Más que esperar a llegar a "cierta edad" para limpiar a fondo y tirar o regalar las cosas que ya no sirven o que ya no queremos tener o no utilizamos, yo soy partidaria de limpiar a fondo con cierta periodicidad (el cambio de estación por ejemplo, es un buen momento para hacer una limpieza profunda, ya que es inevitable ir acumulando un montón de cosas en mayor o menor medida).
Y más que hacerlo por no dejar problemas a los herederos, conviene hacerlo por la convicción personal de que tener orden y vivir en un lugar libre de trastos innecesarios que sólo quitan espacio contribuye a tener paz mental y a final de cuentas, a ser más feliz.

Edito para contarles que tengo cierta "parienta política" cuya casa está atestada de todo tipo de cosas ( cosas finas, baratijas, trastos que guarda desde los 70´s, cosas que "tienen valor sentimental", souvenirs de viajes, ropa de cuando "era flaca", etc...) con la que no puedooooo. Cuando la visito tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos para contener mis ganas de ayudarla a ordenar ese "museo ecléctico" que tiene por casa no entiendo por qué razón no tiró a la basura hace 30 años los dibujos que sus hijos ahora cuarentones le hicieron cuando estaban en el kinder o por qué no regala a alguien que la pueda usar, la ropa de su difunto marido, o por qué no bota directamente al menos 200 de los chorrocientos adornos navideños que tiene...
Tiene adornos muy finos y bonitos que ni siquiera lucen con tanta cosa que tiene esa casa me estresa.

El único problema que yo veo es que nunca sabes si una cosa la vas a necesitar en el futuro, y eso hace que lo acumules. Una limpieza muy selectiva lo veo bien para la paz mental,....

Yo creo que el problema es que tenemos demasiadas cosas por el consumismo y la mentalidad de guardarlas de postguerra. Procuro tirar, pero a veces el sentimentalismo puede. Me he mudado de casa varias veces, con dos mudanzas internacionales y sé que no debo guardar demasiado. La última vez que me mudé, en noviembre, al ver que estaba guardando en el trastero cajas que no había abierto desde hacía tres mudanzas me pregunté cómo podía dejarle eso en herencia a mi hija. Y creo que la idea sueca de hacer una limpieza preventiva es práctica y considerada con los herederos, que si no, se ven obligados a tirar todas esas cosas que no tienen lugar en sus casas, como en realidad no lo han tenido nunca en ninguna.

Por el exceso de cosas hay gente que no sabe cómo apañárselas con el orden. Veía hace tiempo un programa en youtube de la Tv británica que se llama "How clean is your house" y que trata de enseñar a limpiar y a ordenar a brits que se habían descuidado demasiado acumulando porquería y vivían miserablemente entre desechos. Algunos tienen claramente el síndrome de Diógenes, pero no daba la impresión de ser ese el problema en todos los casos, sino el descuido por estar saturados, que tiran la toalla del orden.

Yo no le diría nada.Que guarde lo que quiera por el tiempo que quiera.
El valor de algo es subjetivo.
Odio cuando se me pierde algo o alguien bota algo sin consultarme.
Todavía recuerdo que alguien me boto unos patines de botas que me compre
con mi primer trabajo. Eso fue cuando era un chamaquito.


En tu caso no mencionas problemas de salud o espacio.

Está claro que mi madre hará lo que le dé la gana y por eso me resigno a tener que hacer la limpieza yo, cuando ella fallezca o se vaya a una residencia.

No sé si han leído el libro "La magia del orden" de la japonesa Marie Kondo. Ya saben que los nipones son maniáticos del orden y sus casas suelen tener una decoración minimalista. Pues esta mujer asegura que la verdadera vida comienza después de tener tu casa en orden.

Según ella, todo se reduce a dos tareas: eliminar cosas y decidir dónde guardarlas. Pero lo primero de todo es desechar. Y la clave para saber qué hay que guardar y de qué debemos desprendernos es preguntarnos si ese objeto nos produce alegría o felicidad.

Y por último, "cuando te topes con algo de lo que no puedes desprenderte piensa con cuidado sobre su verdadero propósito en tu vida. Te sorprenderá cuántas cosas que posees ya cumplieron su función. Al reconocer su contribución y dejarlas ir con gratitud, serás capaz de poner en verdadero orden las cosas que posees y toda tu vida”.

No he leído ese libro, pero lo conocía porque se puso muy de moda hace un par de años, creo.

De todas formas, no sé si los japos le hacen mucho caso. Tengo mucha relación con japos y he estado en Japón, en casa de un japo amigo, así como en casa de japos de aquí y guardan muchas porquerías. Uno de ellos guardaba  los cascos vacíos de las botellas de vino y cerveza que se bebía, supongo que le aportaban felicidad.

Qué tema tan interesante, Odiseo!

Pues fíjate que alguna vez he pensado que para qué guardo tantas inutilidades, que si me pasara algo debería ponérselo fácil a mi hijo.

Lo digo porque para la familia es muy doloroso desprenderse de objetos personales del fallecido. Pueden tener la sensación de estar como traicionándolo u olvidándose de él.

Odiseo escribió:Pero lo primero de todo es desechar. Y la clave para saber qué hay que guardar y de qué debemos desprendernos es preguntarnos si ese objeto nos produce alegría o felicidad.

Y por último, "cuando te topes con algo de lo que no puedes desprenderte piensa con cuidado sobre su verdadero propósito en tu vida. Te sorprenderá cuántas cosas que posees ya cumplieron su función. Al reconocer su contribución y dejarlas ir con gratitud, serás capaz de poner en verdadero orden las cosas que posees y toda tu vida”.

Intentaré ponerlo en práctica.
Es un criterio de selección que me gusta.

Surinei escribió:Lo digo porque para la familia es muy doloroso desprenderse de objetos personales del fallecido. Pueden tener la sensación de estar como traicionándolo u olvidándose de él.

Efectivamente, Surinei, eso es lo que suele pasar.

Mi madre ya no puede leer y tiene una colección considerable de libros. De todos ellos, sólo me quedaría con uno que se lo regaló mi padre cuando eran novios y lleva una dedicatoria muy cursi que siempre me hizo mucha gracia (además de dedicarle una poesía de Bécquer como si fuera de cosecha propia).

Si mi madre no hace la limpia en vida, igual me tengo que quedar con bastantes más debido al puñetero sentimiento de fidelidad, y entonces tendré yo mucho más trabajo en mi propio döstädning.

Odiseo escribió:Ayer, un familiar que ha vivido en Suecia, me hablaba del döstädning (death cleaning que dirían los yanquis). Se trata de una costumbre típica sueca que consiste en que, llegados a una cierta edad, debemos limpiar nuestra casa para no dejarles demasiados trastos inútiles a nuestros herederos. Si además se realiza junto a un hijo o un nieto, puede servir para ir relatándole anécdotas de esos objetos, que de alguna manera forman parte de la historia familiar.

Nunca se me había pasado por la cabeza, pero es cierto que hace unos años participé en la limpieza de la casa de un tío soltero que había fallecido y al final tiramos prácticamente todo a la basura. Y seguramente despreciamos objetos con gran valor sentimental, pero cómo distinguirlos de tanta porquería acumulada, porque mi tío tenía cierto síndrome de Diógenes y no tiraba ni los periódicos viejos.

El caso es que me parece una idea sensata, pero cómo se la planteo a mi madre, que es de las que tampoco tiran nada. Probablemente lo interpretaría mal. Creo que el tabú de la muerte nos impide hablar de este tipo de cosas.

Pedir a mi anciana madre que se desprenda de sus pertenencias en vida sería sinónimo de acelerar su muerte. Vive en una antigua casa rodeada de libros, cuadros, fotografías y un sinnúmero de pertenencias de otras épocas. Le gusta coleccionar objetos viejos, antiguos y despreciados, tiene varias radios de madera de los años treinta, un gramófono, dos carillones, otros relojes antiguos y mantiene varias colecciones.

Además de pintar al óleo y llenar las paredes con sus cuadros, le gusta restaurar muebles que recoge por la calle y luego regala a alguna de sus hijas o se los queda, aunque apenas le queda espacio para ello. Su afán es dar una nueva vida a las cosas descartadas, arrancar de la pobreza algo valioso, en sentido real o figurado. Por su casa hay que caminar serpenteando y sorteando los obstáculos. No hay un espacio libre en las paredes ni en las repisas, pero ella siempre encuentra algún lugar para poner el souvenir que ha traído en su último viaje.

Hace un tiempo sospeché que podría padecer alguna forma del síndrome de Diógenes, pero su tremenda lucidez a pesar de haber cumplido los ochenta me ha hecho descartar esta hipótesis. Los objetos de los que le gusta rodearse son como un apéndice de ella, como una seña de identidad que le hacen sentirse acompañada, aunque no está sola ya que vivo muy cerca y paso a verla casi todos los días.

Odiseo escribió:Está claro que mi madre hará lo que le dé la gana y por eso me resigno a tener que hacer la limpieza yo, cuando ella fallezca o se vaya a una residencia.

No sé si han leído el libro "La magia del orden" de la japonesa Marie Kondo. Ya saben que los nipones son maniáticos del orden y sus casas suelen tener una decoración minimalista. Pues esta mujer asegura que la verdadera vida comienza después de tener tu casa en orden.

Según ella, todo se reduce a dos tareas: eliminar cosas y decidir dónde guardarlas. Pero lo primero de todo es desechar. Y la clave para saber qué hay que guardar y de qué debemos desprendernos es preguntarnos si ese objeto nos produce alegría o felicidad.

Y por último, "cuando te topes con algo de lo que no puedes desprenderte piensa con cuidado sobre su verdadero propósito en tu vida. Te sorprenderá cuántas cosas que posees ya cumplieron su función. Al reconocer su contribución y dejarlas ir con gratitud, serás capaz de poner en verdadero orden las cosas que posees y toda tu vida”.

Ja,ja.
Interesante.
Eso yo lo hago con personas y lugares.
Si una persona me trae malos recuerdos la desecho.
Me imagino que es mi forma de mantener mi vida en orden.
Con los lugares lo que hago es hacer nuevas memorias.
Hago otras cosas con otra gente.En esos lugares.

Por supuesto que el que decide soy yo.
Nadie debe obligar a nadie a poner su casa en orden.
O a decirles como debe ser el orden.

(mientras no sea un problema)