Renovacion de existencias

    RENOVACION DE EXISTENCIAS


Constantemente, sin cesar. Sin hacerse visible. En el inmenso almacén de la vida, silenciosamente, todo se renueva. Todo va cambiando, porque nada se crea, ni nada se destruye, todo se transforma. En ese tiempo pasante, silente, que no es cíclico, que no es aleatorio, que solo es un continuo pasar, sin final, como una noria que gira y gira, eternamente.  Como viajeros que somos en una autopista, rectilínea, infinita sin final.

Caen los altos edificios roídos, agrietados y en su lugar, nuevas moles de cemento se elevan, ocupando espacios antiguos y robándoles horizontes al Mar cercano. Caen abatidos viejos árboles cansados de desafiar al viento, y sus brotes vecinos ocupan los huecos vacíos. Los conocidos se marchan a veces, casi sin despedirse. Otros se empeñan en pasear su final y su cara de trópico de cáncer por las calles.

Los animales del barrio desaparecen víctimas del hastió humano, del tráfico y del abandono. Pronto sus cachorros corretean por las aceras ladrándoles a las palomas, y jugando con las moscas. En las escaleras, silenciosas y húmedas de siempre, se estrenan con nuevos llantos de cría de humanos, que alegran a padres de hipotecas variables. Por las nubes, graznan las gaviotas, reclamando su sitio de nido y descanso, en las azoteas desaparecidas. Las gentes ignorando su diario presente,  pasean su cara de domingo, que se llena de arrugas en cada esquina. Los coches modelos futuristas que fueron, se lo llevan un día la grúa municipal arrastrándolos sin piedad, hacia  el fin. Su hueco en la calle, pronto es ocupado por otro coche, más moderno, más brillante, más asesino.

En el parque lejano, se fueron los drogadictos antiguos, del brazo del Sida Su lugar en el césped, no lo borra la lluvia, porque otros nuevos aspirantes a los paraísos artificiales, coquetean con la muerte, que  en la esquina, aparece cada día disfrazada de colorines y de quiméricos sueños.

Los niños del ayer se hacen adultos cada mañana, encorvados aún por el peso de unos libros de páginas en blanco. En la mirada llevan incrustada, la pantalla quimérica y engañosa de la televisión anunciadora de un futuro maravilloso que desaparece, cuando acaban los programas. Y cambia el ambiente a cada segundo, y se crean y se mueren los mortales, y las ilusiones, y se hacen proyectos, y se cansa la boca de reír, y los ojos de llorar, y se quiere, y se odia, y se aparean las especie, y las macetas nos dicen que se secan, o que florecen, porque una estación llega, y otra se marcha, y todo continúa cambiando.

En las  la basuras, fotos descoloridas nos hablan de un tiempo pasado. Las antenas parabólicas, los cables del Internet, no dice que sigue pasando. Los recibos nos reclaman  a abonar un tiempo gastado. Y el cobrador del seguro de vida nos recuerda, que nuestro tiempo se está acabando.


                                                     Rocinante 25/7/20XX