Historias de amor.

CIKITRAKE escribió:Abro este tema para qué, fundamentalmente, Zampabol nos cuente sus peripecias amorosas por otros foros que muchos hemos conocido y que casi todas terminaron en fracaso.  :€€&:

Si veo que el hilo no interesa a nadie me parece muy bien y lo borro, pero lo he abierto porque el hecho de que todas hayan terminado en odios, despechos, y abandonos del ser amado, siempre me ha parecido muy raro. Saludos.

zampabol escribió:

CIKITRAKE escribió:Abro este tema para qué, fundamentalmente, Zampabol nos cuente sus peripecias amorosas por otros foros que muchos hemos conocido y que casi todas terminaron en fracaso.  :€€&:

Si veo que el hilo no interesa a nadie me parece muy bien y lo borro, pero lo he abierto porque el hecho de que todas hayan terminado en odios, despechos, y abandonos del ser amado, siempre me ha parecido muy raro. Saludos.

Este hilo es una canallada, pero como soy de los que piensan que: ¡¡¡¡Quién dijo miedo!!! pues iré desgranando mis fracasos amorosos en los foros que son incontables.
La vida foril me ha tratado mal. No sé hacer eso que hacen otros de mandar abrazos, diamantes, pastelitos, tartas de cumpleaños, corazones y demás, sin que de verdad sienta que tengo que hacerlo.
En la vida como en los foros, hay que saber fingir, y yo soy nulo para eso. No se me da y si lo intento fracaso, por eso mi corazón está destinado a sufrir por toda la eternidad.
Puede también que sea porque no he encontrado esa usuaria que sea capaz de ablandar mi duro corazón, o porque esté tan desengañado de todas esas que me prometían el paraíso que ya blindé mis sentimientos para no seguir sufriendo heridas.
Con todo, comenzaré a relatar la historia de un fracaso que tan cruelmente ha destapado Ciki.

Corría enero de 1991, era 21 como hoy, sólo que lunes, y yo estaba feliz y más esperanzado que nunca porque había pasado buena parte del domingo a su lado.

Nos había tocado salir de monaguillos en la Misa del Divino Niño porque el sacristán, como si supiera cuánto yo lo deseaba, nos había elegido para asistir al sacerdote. Ese día por tratarse de la fiesta del Divino Niño los vestidos eran verdes y no los rojos tradicionales, yo no la encontraba tan linda con el vestido verde porque los rojos hacían resplandecer aún más sus mejillas coloradas pero sabiendo que compartiría asiento y labor con ella durante dos horas ¿qué me iba a estar preocupando por si el color del vestido de monaguillo combinaba con sus cachetes de niña risueña? Nada. Yo estaba más feliz que nunca.

Terminó la misa y ya en la Sacristía nos quitamos los vestidos y los colgamos en aquél viejo aposento que guardaba además de los recién colgados todos los otros vestidos rojos y las indumentarias eclesiásticas, que casullas, que albas, que estolas, que cíngulos, todos ordenados por colores, blancos para Corpus Christi, verdes para Tiempo Ordinario, rojos para La Pasión, morados para Cuaresma y de último, casi de manera solemne, el dorado que nunca vi que algún cura usara; así que estuvieron los vestidos en su lugar y aquellas grandes puertas corredizas cerradas yo no supe si salir corriendo despavorido o quedarme a su lado como una estatua, finalmente me quedé quieto como monumento de piedra, estorbando al sacristán y al padre probablemente, o ¿qué sé yo?, no estaba para precisar el entorno, hasta que ella tocándome el brazo me dice que va a su casa y vuelve, que la espere en la plaza. Si me hubieran visto salir de esa iglesia, tan agrandado iba yo que mi contentera y mi felicidad casi que se topaban de frente con aquellos dinteles de 4 metros de alto.

Ya en la plaza y con ella a mi lado mi dicha se convirtió en éxtasis, nunca me pude sacar esa tarde de la mente, un cielo impregnado de un azul profundo con ausencia total de nubes, la brisa que en enero nos llega desde el norte que hacía revolotear su cabello, y la gente que al pasar nos miraba, o eso pensaba yo porque ¿qué le van a importar a los lugareños un par de niños?, el "Hotel" en donde todo el pueblo almorzaba lo que las señoronas que iban a misa cocinaban, las ruedas, unos Caballitos y una Rueda de Chicago que chirriaba como chicharra en febrero, y los chinamos con comidas y ventas de todo tipo de cosas, desde elotes con mantequilla y churros hasta unos peluches horrendos y toda suerte de baratijas. Ahí fue donde luego le compré los corazoncitos que terminé quebrando detrás de la casona vieja donde cocinaban las señoras de la Novena.

En fin, era lunes, era 21, yo estaba que no cabía de feliz en ese cuerpecito de niño gordo, había ido a la Novena para verla y la vi, pasé todo el rato sin quitarle los ojos de encima, allí hincada, rece que rece al lado de su abuela. Finalmente a la salida de la Novena la llamé y le dijé que le había comprado algo y que quería dárselo; puso cara de no sé qué, balbuceó algo de lo que yo rescaté "papi no me deja" y salió corriendo gritando, abuela abuela.

Nietzscheano escribió:Acá les comparto este pequeñísimo cuenta mío escrito un 21 de enero:

Corría enero de 1991, era 21 como hoy, sólo que lunes, y yo estaba feliz y más esperanzado que nunca porque había pasado buena parte del domingo a su lado.

Nos había tocado salir de monaguillos en la Misa del Divino Niño porque el sacristán, como si supiera cuánto yo lo deseaba, nos había elegido para asistir al sacerdote. Ese día por tratarse de la fiesta del Divino Niño los vestidos eran verdes y no los rojos tradicionales, yo no la encontraba tan linda con el vestido verde porque los rojos hacían resplandecer aún más sus mejillas coloradas pero sabiendo que compartiría asiento y labor con ella durante dos horas ¿qué me iba a estar preocupando por si el color del vestido de monaguillo combinaba con sus cachetes de niña risueña? Nada. Yo estaba más feliz que nunca.

Terminó la misa y ya en la Sacristía nos quitamos los vestidos y los colgamos en aquél viejo aposento que guardaba además de los recién colgados todos los otros vestidos rojos y las indumentarias eclesiásticas, que casullas, que albas, que estolas, que cíngulos, todos ordenados por colores, blancos para Corpus Christi, verdes para Tiempo Ordinario, rojos para La Pasión, morados para Cuaresma y de último, casi de manera solemne, el dorado que nunca vi que algún cura usara; así que estuvieron los vestidos en su lugar y aquellas grandes puertas corredizas cerradas yo no supe si salir corriendo despavorido o quedarme a su lado como una estatua, finalmente me quedé quieto como monumento de piedra, estorbando al sacristán y al padre probablemente, o ¿qué sé yo?, no estaba para precisar el entorno, hasta que ella tocándome el brazo me dice que va a su casa y vuelve, que la espere en la plaza. Si me hubieran visto salir de esa iglesia, tan agrandado iba yo que mi contentera y mi felicidad casi que se topaban de frente con aquellos dinteles de 4 metros de alto.

Ya en la plaza y con ella a mi lado mi dicha se convirtió en éxtasis, nunca me pude sacar esa tarde de la mente, un cielo impregnado de un azul profundo con ausencia total de nubes, la brisa que en enero nos llega desde el norte que hacía revolotear su cabello, y la gente que al pasar nos miraba, o eso pensaba yo porque ¿qué le van a importar a los lugareños un par de niños?, el "Hotel" en donde todo el pueblo almorzaba lo que las señoronas que iban a misa cocinaban, las ruedas, unos Caballitos y una Rueda de Chicago que chirriaba como chicharra en febrero, y los chinamos con comidas y ventas de todo tipo de cosas, desde elotes con mantequilla y churros hasta unos peluches horrendos y toda suerte de baratijas. Ahí fue donde luego le compré los corazoncitos que terminé quebrando detrás de la casona vieja donde cocinaban las señoras de la Novena.

En fin, era lunes, era 21, yo estaba que no cabía de feliz en ese cuerpecito de niño gordo, había ido a la Novena para verla y la vi, pasé todo el rato sin quitarle los ojos de encima, allí hincada, rece que rece al lado de su abuela. Finalmente a la salida de la Novena la llamé y le dijé que le había comprado algo y que quería dárselo; puso cara de no sé qué, balbuceó algo de lo que yo rescaté "papi no me deja" y salió corriendo gritando, abuela abuela.

zampabol escribió:Bueno, tomemos el toro por los cuernos y dispongámonos a contar todas esas cosas de mi dramática vida amorosa foril.

Corría el año de Nuetro Señor de 2012 cuando yo empecé a hacer mis primeros pinitos en este mundo tan complejo e ingrato de los foros. Al principio, como buen novato pensaba que todo lo que se decía en la red era la verdad y nada más que la verdad, por eso ante tanta avalancha de mensajes de amor, cafelitos a todas horas y corazones que volaban de aquí para allá, pensé que mi triste vida en soledad había terminado. Estaba claro que había llegado al paraíso terrenal y me lancé a la  piscina sin saber si estaba llena de agua o no.

He de reconocer que no era fácil elegir entre tantísima belleza femenina y más aún entre tanto candor, sensualidad, bondad, sabiduría y sobre todo entre tanta pasión aún por descubrir. Pero mis ojos se fueron directos hacia un nick que era evidente que te recibiría con los brazos abiertos. La chica en cuestión se llamaba WELLCOME.

¿Quién con ese nombre podría no acogerme con los brazos abiertos en una promesa eterna de pasión y desenfreno sin igual?
La leí con avidez y supe que era argentina afincada en Israel. Mujer apasionada, conocedora de los entresijos de la psique humana y por descontado una de las mejores personas del mundo por todo aquello que publicaba. ¿Quién se podía resistir a aquello?
Por aquella época, yo dí a entender en el foro en el que estaba que yo era una persona mayor (no tanto como Dorogoi) pero sí muy mayor y la gente llegó a pensar que yo rondaba ya los ochenta años. (cuarenta menos de los que tenía entonces). Yo sé que para el amor verdadero la edad no es un obstáculo y esta chica así me lo hizo ver en más de una ocasión en los hilos de "preguntas y respuestas". Viendo que mi avanzada edad no sería un obstáculo y que la sorpresa de saber (una vez que intimáramos) que yo no era tan viejo como Dorogoi, pensé que ese factor jugaría a mi favor.
Realmente mi amor hacia ella fue creciendo por el mimo que la chica ponía en cada post que nos cruzábamos. Nos felicitábamos en las onomásticas, nos invitábamos a suculentos desayunos, nos regalábamos cosas carísimas sin importarnos el aspecto material porque cuando el amor es del bueno, nada es bastante para nuestro enamorado.


Bueno, para no cansar al personal, continuaré con la segunda parte de esta tórrida e inacabada historia de amor.  

zampabol escribió:Está claro que la impresionaste......

zampabol escribió:Bueno, tomemos el toro por los cuernos y dispongámonos a contar todas esas cosas de mi dramática vida amorosa foril.

Corría el año de Nuetro Señor de 2012 cuando yo empecé a hacer mis primeros pinitos en este mundo tan complejo e ingrato de los foros. Al principio, como buen novato pensaba que todo lo que se decía en la red era la verdad y nada más que la verdad, por eso ante tanta avalancha de mensajes de amor, cafelitos a todas horas y corazones que volaban de aquí para allá, pensé que mi triste vida en soledad había terminado. Estaba claro que había llegado al paraíso terrenal y me lancé a la  piscina sin saber si estaba llena de agua o no.

He de reconocer que no era fácil elegir entre tantísima belleza femenina y más aún entre tanto candor, sensualidad, bondad, sabiduría y sobre todo entre tanta pasión aún por descubrir. Pero mis ojos se fueron directos hacia un nick que era evidente que te recibiría con los brazos abiertos. La chica en cuestión se llamaba WELLCOME.

¿Quién con ese nombre podría no acogerme con los brazos abiertos en una promesa eterna de pasión y desenfreno sin igual?
La leí con avidez y supe que era argentina afincada en Israel. Mujer apasionada, conocedora de los entresijos de la psique humana y por descontado una de las mejores personas del mundo por todo aquello que publicaba. ¿Quién se podía resistir a aquello?
Por aquella época, yo dí a entender en el foro en el que estaba que yo era una persona mayor (no tanto como Dorogoi) pero sí muy mayor y la gente llegó a pensar que yo rondaba ya los ochenta años. (cuarenta menos de los que tenía entonces). Yo sé que para el amor verdadero la edad no es un obstáculo y esta chica así me lo hizo ver en más de una ocasión en los hilos de "preguntas y respuestas". Viendo que mi avanzada edad no sería un obstáculo y que la sorpresa de saber (una vez que intimáramos) que yo no era tan viejo como Dorogoi, pensé que ese factor jugaría a mi favor.
Realmente mi amor hacia ella fue creciendo por el mimo que la chica ponía en cada post que nos cruzábamos. Nos felicitábamos en las onomásticas, nos invitábamos a suculentos desayunos, nos regalábamos cosas carísimas sin importarnos el aspecto material porque cuando el amor es del bueno, nada es bastante para nuestro enamorado.


Bueno, para no cansar al personal, continuaré con la segunda parte de esta tórrida e inacabada historia de amor.