Falsos profetas

Pensando en los debates que tenemos con la secta esta que nos eligió como diana de sus jaculatorias religiosas, he recordado una caso que ocurrió en un pueblo en donde veraneaba hace años, y es que en cuanto ellos hablan de dar y repartir a los pobres, lo que hacen es quedarse con lo que pueden de algún cristiano piadoso que pone en sus manos sus pertenecías y dinero.

Esto pasó en la provincia de Alicante a donde cada verano me acercaba a ver a mi primo que siendo arquitecto de obras tenía un gran casa de campo con todas las comodidades para que mis hijas aun pequeñas, pudieran disfrutar del campo y sus bondades.
Este primo tenía por cuñada, hermana de su mujer a una señora ya jubilada que se vino a vivir al pueblo, a la zona más elegante, a una especie de palacete señorial pues no en vano venía de la alta sociedad de la ciudad, y se retiraba al pueblo de sus padres y familia, para descansar de su ajetreada vida en la alta sociedad alicantina.

Tenía esta mujer a la que llegue a conocer, un distinguido y elegante porte, y una exquisita educación para el trato con sus semejantes, no tenía servidumbre y prefería vivir ella sola en aquella amplia casa de varias habitaciones. La Sra. o bien se trajo todo el adorno de la casa de la ciudad, o las compro allí mismo, pero el caso era que el contenido y tanto de los muebles como de las lámparas, y el brillo y el lujo de la decoración deslumbran al visitante. La vez que hable con ella una de las veces que mi primo me la presentó, quede impresionado por su cultura, y saber, además de su ferviente creencia de la religión cristiana, y mientras me hablaba,  admiraba las costosas y deslumbrantes joyas que exhibía, collar de perlas, brazalete de  Oro, pendientes de esmeraldas, y abundantes anillos en los dedos.

Terminada la visita en la que la final, ella se lamentaba de la soledad buscada que le acompañaba, nos despedimos y ya no volví a verla, sin embargo, unas semanas más tarde hablando telefónicamente con mi primo ,este me contaba que la Sra. ya no estaba tan sola, pues un grupo de Testigos de Jehová habían empezado a visitarla de forma que no faltaba ni un día que no llamaran a su puerta.

Hasta que un verano, día próximo a la salida, recibí una llamada de mis primos anunciándome con pena que su cuñada, la Sra., había muerto. Cuando legamos lo primero que hablamos fue lo de su repentina muerte, y de que cuando fueron a su casa,  a disponer del cadáver, ya no había rastros ni de sus joyas, ni de la costosa y cara decoración, así que juntos fuimos a su casa, de al que mi primo, y como única familia tenía la llave, y si, efectivamente porque, ni las amplias cortinas, ni los tapices, ni los caros jarrones habían dejado. La casa estaba como arrasada y desnuda, se ve que alguien, o algunos  se lo había llevado todo sin contar que de las valiosas joyas que la Sra. aparentaba tener en abundancia por la casa, no quedaba ni rastro .

Le pregunté a mi familiar si estos robos lo había denunciado,pero me dijo que no valía de nada, porque ni sabía lo que había en la casa, no había familiares cercanos porque ella era soltera, y ni ella nunca le dijo nada de desconfianza hacia los que tan asiduamente últimamente la visitaban.

Y de esta manera quedo la cosa, que unos bribones amparados en su falsa religión cristiana, se aprovecharon de la confianza y soledad de una pobre mujer que en esta vida solo le faltaba compañía y amistad.